Luz sobre lo no visible

Nobody Meets Your Eyes (Kukaan ei katso sinua silmiin, Jesse Jalonen, Finlandia, 2022) se adentra en la historia ficticia de dos personajes que padecen un extraño síndrome por el cual resultan invisibles ante el mundo, a no ser que sean vistos a través de una cámara y escuchados mediante un micrófono. Sirviéndose de esta premisa, el director finlandés desarrolla un análisis y una crítica de la sociedad actual, y de cómo la misma se adentra de manera despiadada hacia el individualismo y la soledad más absoluta.

Jalonen emplea el género de falso documental para acercar en extremo el relato al receptor, evocando ciertamente una sensación de realidad dentro del imaginario presentado. La cámara sigue desde pequeños rincones a los protagonistas, que llegan incluso (en ocasiones) a interactuar con ella. Se produce a su vez una duplicidad de este dispositivo, cuando estos interactúan entre sí mediante sus propias cámaras del teléfono, generando así una especie de túnel de imagen, en la que la representación de los mismos ve distorsionadas sus formas. Si nadie me ve, ¿existo?

Esta pregunta se plantea y se reflexiona a lo largo de un metraje que consigue inducir un estado de represión en el espectador. Generando una duda continuada sobre si aquello que está observando está siendo percibido por los personajes o se mantiene en el limbo de “aquellos no vistos”. La cinta pone sobre la mesa, sin lugar a dudas, el proceso de despersonalización resultante de la digitalización a la que la sociedad se ha sometido en las últimas décadas. “Tan solo existo si una cámara lo registra”. Si no es así, ¿dónde estoy?

En contados instantes, la película logra rescatar momentos de emocionalidad dentro de un contexto por lo general bastante parco y frío. La lente escondida rescata situaciones de un carácter único, como aquel en el que el protagonista se da cuenta de que su hija, que hasta ahora era capaz de verle, deja de poder hacerlo. Su cuerpo se congela, y con él lo hace el espectador que vuelve a encontrarse con la soledad del relato. Así mismo ocurre con la relación de amor de la otra protagonista, que se ve frustrada a causa de la desconexión con su pareja que le produce el síndrome.

De Nobody Meets Your Eyes se puede extrapolar la cotidianidad con la que se llega a eliminar a determinados sectores de la población, con el simple acto de ‘mirar hacia otro lado’. Jalonen lo introduce con numerosos recursos a lo largo de la cinta, en los que presenta a distintas personas realizando labores sin ser percibidas; transeúntes en el metro; o mendigos en las aceras. De este modo, y sumándose al formato documental, coloca en primer plano al espectador y le hace responsable y partícipe de la historia que está contando. Porque el discurso es para aquel que mira. Aquel que es cómplice de que esto suceda.

Una cinta necesaria y que trae a la luz los aspectos más oscuros e (irónicamente) invisibles de la sociedad de hoy en día.

Manuel D’Ocon

Cuando nadie nos ve

Desde Helsinki, el cineasta Jesse Jalonen presenta su proyecto de graduación, además de última creación audiovisual, la docuficción Nobody Meets Your Eyes (Kukaan ei katso sinua silmiin, 2022). Con resonancias a la vigilancia masiva de Orwell, junto a la reafirmación identitaria que pasa a través de la tecnología en Black Mirror (3×01) introduce al espectador en la vida de algunos de sus personajes, que sufren una enfermedad denominada Louis Le Prince Syndrome (LLPS), que hace que las personas que la padecen no puedan ser vistas o escuchadas, a no ser que se las grabe con un dispositivo audiovisual como una cámara o un micrófono.

Según se enlazan las historias de Tuomas (Arttu Timlin), padre soltero cuya hija es la única persona que logra verlo naturalmente, y la de Ninni (Ida-Maria Olva) una joven que rompe la barrera de internet para conocer por fin personalmente al chico con el que ha estado hablando a través de las redes, el director alterna sus relatos con metrajes de calle –rodados anteriormente al film– y testimonios de ‘los invisibles’. Este puente de comunicación creado por cámaras y pantallas refuerza la elección de los encuadres en cada plano, donde el equipo de rodaje adquiere un matiz cotidiano, que no busca crear armonía y que juega constantemente con distintos puntos de vista –como en los planos generales, donde el sujeto del plano aparece descentrado hacia un lado (min. 4:43)–, o dignificar los acontecimientos –las confesiones a cámara en primerísimo plano (min. 55:29) o la vida en casa con sutiles contrapicados (min. 33:34) y la colocación de cámara de forma angular (min. 38:06)–.

Como en Avatar (2009), el viaje ambivalente entre mundos en cuestión de píxeles, el poder de la distopía y de la ciencia ficción, dan lugar a la reflexión sobre lo que se entiende por soledad, visibilidad y percepción de lo real y de la propia existencia. Acompañado a propósito por una baja calidad de imagen, a menudo saturada y borrosa, ayuda a enfocar no solo a los LLPS, sino a aquellas personas que ‘también’ son invisibles en el día a día. Desde trabajadores en oficios humildes a personas anónimas de la calle, en sus 88 minutos de duración, Jalonen se sirve de un mundo hipotético para adentrarse en la deconstrucción de qué significa sentirse solo en una realidad en la que, antes de ser mirado a la cara, los ojos del otro pasan por una pantalla.

Emma Ricci Curbastro