La nueva película del cineasta islandés Rúnar Rúnarsson, Ljósbrot (When the Light Breaks) plantea un curioso problema dramático consiste en el paso de un triángulo a un doble. El triángulo está formado por un estudiante de arte contemporáneo y dos estudiantes: la pareja oficial y la amante. Un trágico accidente en el interior de un túnel acaba sesgando la vida del chico. Rúnarsson parte del punto de vista de la amante que, al quedarse sola, vive el duelo como algo interiorizado. Sus amigos de la escuela en la que hacen actividades performativas se dirigen a la pareja, pero descartan a la amante que vive el dolor en silencio pero sin resignación. Ljósbrot va transformando la forma de crónica del duelo, de historia sobre el dolor de la ausencia. Sin embargo, deriva hacia la crónica del rencuentro entre dos mujeres que de forma progresiva acaban intuyendo que tienen algo en común y que una puede acabar siendo el doble de la otra. Como era previsible no falta el plano del fundido encadenado del rostro de las dos mujeres, a partir de una clara referencia a Persona de Bergman. La película podría plantear cosas interesantes sobre la forma de afrontar el duelo, Rúnarsson filma muy bien los espacios urbanos pero la función acaba derivando hacia la mística. Todo acaba de forma muy errática con algunas puestas de sol, abrazos entre las mujeres reencontradas y una música new age que nos traslada hacia un imaginario encuentro en ese más allá que ha actuado como fuera de campo y que remite a un supuesto séptimo cielo.
Àngel Quintana