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Álvaro de Luna.

Los edificios, los objetos o los restos materiales son capaces de hablar. Cuentan la historia de sus dueños, de las ciudades que habitan o habitaron, del modo de vida concreto de una sociedad, ya sea pasada o presente. Pueden explicar innumerables cuestiones si se conoce cómo descifrarlos. Y bajo esta premisa, la joven artista británica Maeve Brennan construye un análisis del Líbano contemporáneo a través de diferentes objetos, que van desde ruinas romanas a piezas de automóviles, y de sus protectores. Para ello se apoya en las experiencias de tres personajes, a los que la cámara seguirá de forma distinta y combinando escenas reales con recreaciones. Por un lado Fakhry, encargado de la seguridad de los templos romanos de Niha, quien narra a modo de entrevista sus experiencias para ahuyentar a saqueadores, su pasión por la reconstrucción o las vivencias de su padre, del que tomó la profesión. El segundo personaje es un conservador arqueológico de la Universidad Americana de Beirut, que por una parte se muestra trabajando en silencio y con mucha paciencia en la restauración de cerámicas rotas y por otra conversando a cámara acerca de su trabajo. Por último, un joven mecánico de Britel que recoge piezas de coches en depósitos de chatarra para mejorar su antiguo BMW, y al que la directora captura en el interior de dicho vehículo, de espaldas al espectador, y haciendo trompos con su automóvil sobre la arena.

En un país dañado por una cruenta guerra civil, por el conflicto árabe-israelí, el terrorismo, contrabandistas sirios y el incremento de saqueos en lugares patrimoniales, Brennan encuentra tres personas obstinadas en el mantenimiento, protección y restauración del pasado para que sirva como legado para el presente y el futuro. Existe un fuerte anhelo de reparar lo fracturado, de reconstrucción del país. The Drift está filmada alternando planos detalle de los objetos con planos generales y estáticos donde se aprecian los entornos naturales del valle de Begaa, donde viven los protagonistas. Con tono testimonial, la cinta huye de subrayados y trucos emocionales para dejar brotar libres las reflexiones y metáforas que puedan extraerse en sus 51 minutos de duración. Miembro y cofundadora de Sharna Pax (colectivo de cine que trabaja en los campos de la antropología, el documental y el arte visual), Brennan rastrea con decidida contemplación la relación entre la historia política y social de un país y sus habitantes con la de los materiales hallados en él. Un estudio en el que ya había ahondado con sus anteriores trabajos Jerusalem Pink (2015) y Core Sample (2012).

The Drift ha estado expuesta en distintas galerías y museos, entre ellos el Lismore Castle Arts de Irlanda o la Chisenhale Gallery de Londres (que produce el film). Y se trata de un interesante documento que radiografía el Líbano a través de materiales derruidos, despedazados, y que ahonda en ideas acerca del valor de la reparación y la conservación, de las segundas oportunidades de los objetos y de cómo las ciudades interactúan con sus habitantes y explican la historia y el presente de estas. Y también acerca de lo que, quizás, sea más significativo: lo cerca que se encuentran en ocasiones lo material y los valores inmateriales.