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Hay un proverbio que dice que un pájaro no canta porque tenga una respuesta, sino porque tiene una canción. Y la canción de Malika Musayeva, directora de The Cage is Looking for a Bird, es un anhelo de libertad. Yakha, de diecisiete años, vive en un pueblo del campo de Chechenia, donde se rodea diariamente de otras mujeres de su familia y de su mejor amiga, Madina. Las estaciones cambian marcando el paso de los días en la vida de esta joven, estancada por resistirse a aceptar el único camino que aparentemente puede tomar. Como una especie de Lady Bird rusa (la conexión con el nombre es solo un bonito detalle), Yakha hace explícito una y otra vez su deseo de irse de allí algún día y de hacerlo por su cuenta, resistiéndose a la costumbre del matrimonio concertado. Musayeva se aproxima a esta realidad poco documentada con enorme sensibilidad, reflejando a través de detalles como los colores del paisaje y del vestuario el mundo interior de esta chica y de todas las mujeres a su alrededor que no han encontrado otra opción más que seguir la norma establecida. Aunque por lo demás convencional en su lenguaje, la directora rusa se apoya en la simbología y representa a Yakha como un pájaro que intenta escapar de la jaula que le ha sido reservada, corriendo por los campos, en busca de libertad. Su ambición y espíritu inconformista son tan fuertes que incluso inspiran a otra mujer que, aunque no puede correr como Yakha por la carga que ya lleva encima, finalmente logra irse también. Musayeva tal vez no tenga todas las respuestas, pero sí una canción. Y su melodía merece ser escuchada. Daniela Urzola