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El personaje de Strassera es presentado a través de un reflejo de un retrovisor en un coche que está debajo de la lluvia y de noche. ¿Por qué?

La composición del parabrisas nos permitía incluir información que sabíamos que la película tenia que albergar del contexto histórico y, por otro lado, era un procedimiento que refería a ciertos thrillers de la década de los setenta. También ocultamos la cara del protagonista para crear misterio y ocultar el icono que es Ricardo Darín, para desvelarlo completamente en la tercera secuencia.

El testimonio al que más tiempo se le dedica en la película es el de Adriana Calvo de Laborde. Destacan también los testimonios de mujeres sobre hombres, ¿había una intención de poner el foco en ellas?

Cuando uno revisa el historial del juicio es imposible no hablar del testimonio de Adriana Calvo de Laborde, ya sea por la manera en la que contó la historia o por cómo habló a los jueces. Había que tener mucho coraje ya que todas las personas que habían llevado a cabo los secuestros y las torturas en los campos de concentración estaban libres, era una situación en la que la fiscalía no podía brindar ningún tipo de protección. Y Adriana habló de una manera desgarradora y con una contundencia enorme. Además, es importante por lo que significó: Luis Moreno Ocampo nos contó que fue ese el momento en el que su madre empezó a darse cuenta de lo que había sucedido en la dictadura. Por otro lado, fue el primer testigo que la fiscalía escogió respecto a los campos de concentración. Adriana es un caso bisagra.

Igualmente, ellas no están puestas con esa intención, sino que fueron testimonios muy importantes en el desarrollo del juicio. Por ejemplo, el testimonio de Alejandra Naftal no se podía eludir, fue escogido porque ella fue una de las pocas personas que se atrevió a contar las violaciones en el juicio. Las violaciones sexuales no eran computadas como delitos per se, sino que eran torturas. Apenas hubo mujeres que hablaran sobre las violaciones durante el juicio, fue años después cuando se empezó a juzgar eso.

¿Qué hay detrás del contrapunto del humor entre el drama?

La película tiene más humor del que yo esperaba, más bien diría que produce más humor que tiene. En realidad, lo que busca la cinta es hacer una caracterización del personaje, que tenga su complejidad, sus distintas capas, y una de ellas podría ser el sentido del humor, sobre todo en Strassera. Él reúne muchos rasgos: es el héroe a su pesar, el hombre común que no quiere aceptar la misión… Quisimos arrancar la película contando su vida familiar, y entonces me di cuenta de que podría ser interesante empezarla con varias secuencias de Strassera e ir entrando al juicio paulatinamente. La gente que lo conocía decía que su familia era muy importante para él y que tenía un sentido del humor muy diferente. Cuando empezamos a escribir empezaron a aparecer ideas de escenas donde lo presentábamos con esta singularidad y eso empañó de cierto tono humorístico la película. También la gente de la fiscalía nos contó que le ponían apodos a la gente, por ejemplo, como si el humor fuera una especie de pequeño escudo frente al horror de lo que pasaba en los campos. Tampoco sé si lo usé por el mismo motivo, pero es cierto que los que participaron en el juicio remarcan esa cualidad de Strassera. El humor es como un triunfo, se logró hacer esto y también hay algo de esa alegría que se transmite a veces en el tono de la película.

Se hace mucho hincapié en las radios a través de diversos planos detalles. No solo la radio, sino lo que puede ser reproducido a través de unos altavoces. La película empieza con una radio de coche, a la cual Strassera le sube el volumen…

El cómo empezar la película era una pregunta, cómo entrar en ese viaje en el tiempo. Strassera era un melómano que escuchaba mucha música clásica. En la secuencia de inicio pensamos que la radio podría ser un buen elemento no solo por la afición del fiscal, sino también por la manera en la que se utilizaron los medios de comunicación para amplificar el juicio. Nuestra idea era poner las radios que habían cubierto el juicio, pero la verdad es que en Argentina no se conserva un archivo interesante. En el año 1983, había mucha gente que había peleado contra la dictadura, pero también había gente que o sabía muy poco, o que no quería saber. Cuando Alfonsín decretó el enjuiciamiento se puso en marcha algo en el tejido de la sociedad.

La comisión que investigó los crímenes fue la que después editó el libro Nunca más, y más tarde dio comienzo al juicio. La gente quería y no quería saber. El juicio duró cinco meses durante los cuales los supervivientes contaron sus historias frente al estrado además de protagonizar las portadas de los diarios y las voces en las radios. Fue una especie de gran caja de resonancia para que el país tomara conciencia. Además, se trató del primer juicio público. Como se reproducía el juicio todos los días durante cinco meses, a nadie le quedó duda, o por lo menos mucha gente que descreía empezó a creer a partir de eso. También son decisiones formales. A los directores nos gusta encontrar determinados elementos y repetirlos.

Hay dos escenas que se desarrollan en un patio de butacas de un teatro.

Carlos Somigliana, un dramaturgo que trabajó durante la dictadura, es uno de los fundadores del Teatro del Pueblo, un teatro muy importante de denuncia durante la dictadura. Él era muy amigo de Julio y se sabe que trabajó junto a él en el alegato. Había que presentar a ese personaje y lo mejor era hacerlo en su contexto para que se supiera quién era.

También hay cierta reflexión sobre la teatralidad en el oficio del abogado o del fiscal. A Strassera le criticaban por eso y después del alegato le acusaban de que su discurso había sido escrito por un dramaturgo, que era una manera de decir ‘qué buen discurso’, y por lo tanto era un reconocimiento de que su acusación había estado muy bien fundamentada y escrita. No hay nada que prohíba que un abogado o un fiscal trabaje en sus alegaciones con alguien más.

Otro elemento que enlaza con ese espacio es la tradición del thriller judicial, donde los fiscales se mueven como si fueran actores, hablan y son dramáticos. Había una dificultad a la hora de mostrar el alegato y las acusaciones de Strassera, ya que se trataba de una persona sentada con un papel que no se levanta nunca porque tiene el micrófono allí. Si bien la película tiene un cariz de espectacularización en términos cinematográficos, hay momentos públicos que tenían que tener un rigor histórico fuerte. ¿Cómo escenificar a Strassera? Pues había una referencia a pensar lo teatral, entre el estrado de un juicio y el escenario.

Alicia Rambla

Entrevista realizada el 17 de septiembre en el 70º Festival de San Sebastián.