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En el germen del proyecto de Julia de Castro y Maria Giséle Royo, On The Go, se avista un espíritu libre y subversivo que a su vez rinde homenaje al cine de Gonzalo García Pelayo. Las directoras reinterpretan el film Corridas de alegría, al que imprimen un sello de actualidad, ahondando en cuestiones como la maternidad, la sexualidad y el punto de vista femenino. No obstante, este espíritu que tan fervientemente declara el discurso de la película no llega a traducirse en la imagen, donde la pretendida mezcla entre lo narrativo y un pulso más experimental carece de organicidad y transparencia. En un momento del film uno de sus protagonistas dice la frase: “es tan retrógrado que es transgresor”. Pues en el caso de On The Go el procedimiento resulta a la inversa. Sus personajes quieren desbordarse en lo excéntrico, pero acaban llegando a lugares comunes de los que tanto se intenta liberar el cine de hoy: el personaje de ‘la reina’, por ejemplo, termina siendo una especie de pastiche de manic pixie dream girls cuya presencia en el film no está marcada por nada más que introducir un elemento raro que a su vez permita avanzar la trama, bordeando incluso la cosificación e hipersexualización de esta mujer que, además, es interpretada por una actriz asiática (lo cual añade aún más capas de problematización). Todo esto hace que lo que podría haber sido una road movie divertida y psicodélica por la Andalucía profunda se vea opacada por el deseo –demasiado explícito– de impactar y destacar. Tal vez el gran pecado de On The Go sea esa palpable necesidad de centrar todas sus fuerzas en intentar ser diferente, olvidando que de nada vale esto si fondo y forma no fluyen como uno. Daniela Urzola