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Nacho A. Villar.

Fruto de unas donaciones de semen veinte años atrás, a David Wosniak, un patoso entrañable interpretado por Vince Vaughn, se le comunica ser el padre biológico de 533 personas, de las cuales 142 demandan conocerle por la vía judicial. Ya en las primeras secuencias, se contempla un gran esfuerzo por parte del director en conseguir dos objetivos: lograr la carcajada del espectador y justificar el título original del film (Delivery man). Ni lo uno ni lo otro parecen acabar de concretarse entre chistes forzados, continuos saltos de tono y una furgoneta que apenas sale del garaje. Sorprende la ausencia de mujeres y de la figura materna, ya que a lo largo de la película sólo se representan núcleos familiares compuestos por hombres. Uno de los únicos personajes femeninos está interpretado por Cobie Smulders en el papel de compañera sentimental de Vaughn. Pese a estar embarazada y haberle dado un ultimátum al padre, éste la ignora durante su embarazo, volcándose en “arreglar las vidas de sus nuevos hijos” sin que éstos descubran su verdadera identidad. Cabe destacar el mal gusto del director al forzar el drama apoyándose en la discapacidad de uno de los personajes. Finalmente lo que prometía ser una comedia alocada acaba convirtiéndose en una feel-good movie con cierto tufillo antiabortista y patriarcal.