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Cada primavera el Indielisboa nos permite evaluar la salud del cine portugués tanto a través de su programación oficial como de las actividades de industria, que incluyen las ‘Lisbon Screenings’, proyecciones privadas de películas pendientes de estreno o aún sin corte definitivo, y el ‘Fundo de apoio ao cinema’, que facilita ayudas de posproducción a proyectos seleccionados. La participación portuguesa en los primeros grandes festivales del año (Rotterdam, Berlín) convierte al Indie en destino obvio para la presentación nacional de esos títulos, lo cual genera inevitables desequilibrios. Así, en la competencia de largometrajes la balanza se decantó con claridad hacia el díptico Mal viver / Viver mal de João Canijo, exhibido en una misma sesión y también desequilibrado, mucho más notable Mal viver, premio del jurado en la Berlinale, focalizado en la familia de mujeres que gestiona un hotel, que Viver mal, tres relatos sobre los huéspedes que allí se alojan. Su ejemplar puesta en escena y riqueza formal, con constantes ecos visuales y sonoros entre unas historias y otras, se apoya en la brillantísima fotografía de Leonor Teles y las actuaciones de un grupo muy solvente de actrices, en particular Anabela Moreira, genuino centro de la acción. Su colección de personajes heridos y con innata capacidad para herir puede resultar, con todo, profundamente antipática.

El concurso de cortometrajes lo ganó Tomás Paula Marques con Dildotectónica, que parte de la fabricación de dildos en cerámica para cuestionar, en el presente y en el pasado, el deseo masculino heterosexual como norma dominante. En el documental Carmen Troubles Vasco Araújo entrevista a activistas gitanas españolas que cuestionan con sagacidad el peso cultural de la Carmen de Bizet como arquetipo racista. Please Make It Work de Daniel Soares utiliza con habilidad un plano secuencia de gran campo para mostrar el trabajo contra reloj de la limpiadora que debe dejar a punto una casa en los Alpes entre la salida de unos turistas y la llegada de los siguientes, y apuntar, de paso, que la conciliación de la vida laboral y familiar suele ser una montaña más difícil de escalar que las que sirven de paisaje de fondo. Lo mejor de la sección fue Pátio do carrasco de André Gil Mata, que se vale de elaborados planos largos para ir desvelando poco a poco la trama, adaptación del cuento de Kafka Un fratricidio, como suma de cuatro puntos de vista.

Margarida Cardoso vuelve de nuevo su mirada a la historia colonial en Banzo, vista en las ‘Lisbon Screenings’, que, por su aliento clásico, contención dramática e inteligente aprovechamiento del formato panorámico promete ser uno de los filmes portugueses más sólidos del año. En una plantación de cacao a principios del siglo XX la esclavitud de antaño se ha sustituido por mano de obra forzada por medio de contratos ilegítimos. Los trabajadores negros fallecen por docenas debido al banzo, una suerte de saudade de la tierra natal y de la libertad perdida que deriva en el suicidio o la muerte por inanición, y a ella se enfrenta un médico (excelente Carloto Cotta) cada vez más consciente de la imposibilidad de encontrar una solución clínica para un problema de orden social y político. Por último, el documental Ospina Cali Colombia de Jorge de Carvalho se alza sobre una entrevista realizada al director Luis Ospina en su visita al DocLisboa en 2018. El resultado es apasionante en la medida en que lo es cuanto dice, con pesimista lucidez, el recordado cineasta colombiano.

Martin Pawley