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Carta de amor al cine.
Fernando Bernal.

Tras explorar distintos registros del terror con La cabaña en el bosque (2011) continúa probando nuevos géneros y repite ahora la operación con un film noir…
Cuando hago cine todo parte del amor. El género negro me encanta, y quería explorar un territorio que era totalmente nuevo para mí. Tanto desde la perspectiva como guionista como desde la de director. Me mueve el amor, pero también la necesidad y las ganas de jugar y explorar los códigos del cine.

¿Qué referentes clásicos del género, tanto literarios como cinematográficos, tuvo presentes durante el proceso de escritura del guion?
No tengo dudas de que en este caso todo empezó por la parte de la literatura. Dashiell Hammett, Agatha Christie, Jim Thompson, Graham Greene… y podría seguir citando autores. En cuando al cine, lo que tuve en cuenta fue una mezcla de referentes que abarcaban el cine negro clásico, pero también llegaban al western. Al principio, la película tiene tono de western. En ese sentido, Sergio Leone siempre ha estado muy presente. También John Huston. Y, por supuesto, Alfred Hitchcock. Todo confluye en el mismo lugar. Se trata de una carta de amor al género en particular y al cine en general. Por eso el espectador puede descubrir muchas influencias.

En cierto modo, su ópera prima también tenía ese tono de carta de amor a un género y por extensión también al cine…
Soy muy cinéfilo y me considero un amante del cine. Soy un entusiasta de la vida y del arte. Me siento muy afortunado por poder hacer lo que hago, un oficio que me permite explorar cosas que me encantan. Intento hacer solamente cosas que me apasionan y lo estoy consiguiendo.

Otro punto de conexión entre sus dos películas hasta el momento como director es que en ambas se produce un giro inesperado para dar comienzo al último acto.
No lo planteo ni lo abordo desde ese punto de vista de un gran giro final. Pero a la hora de escribir siempre me estoy planteando qué me gustaría ver a mí como espectador. Yo estoy deseando ver el resultado en la pantalla, que me sorprenda a mí mismo. Y espero que esta sorpresa se traslade también al público. Con lo cual no es algo que yo intente hacer de forma premeditada, lo de pensar que en el tercer acto voy a hacer algo atrevido. Lo que pasa es que me aburro de ver y leer las mismas historias y quiero sorprenderme a mí mismo. Espero seguir siendo atrevido a la hora de plantear las películas.

En su ópera prima compartió las labores de guion con Joss Whedon y aquí ha escrito en solitario. ¿Es distinto el proceso creativo?
Lo agradable y lo más bonito de todo es que sigo teniendo el apoyo de otros escritores, porque en realidad son mis amigos. Me gusta trabajar de una manera muy abierta, me gusta la colaboración. Y sigo contando con la opinión de Joss como apoyo. Al igual que con la de otros cineastas con los que he trabajado a lo largo de mi carrera. Pero sí es bonito hacer tu propio trabajo, a tu manera y estar solo. Creo que se puede encontrar el equilibrio entre ambas cosas.

Uno de los temas que trata la película es esa dualidad, muy cinematográfica, entre observar y ser observado. ¿Qué le interesa de este asunto?
Es algo que surge de manera natural en mis películas y guiones y que está presente incluso en Marte (The Martian) (2015), de Ridley Scott. Debe de haber algo sobre este asunto que me seduce y me atrae. En el cine el espectador asume el papel de voyeur de vidas ajenas. Y ver cómo se comportan los personajes cuando no saben que son observados es algo que me fascina. Esa empatía que se genera cuando estos personajes se sienten libres y se comportan realmente como son en su esencia. Debo analizarme más a mi mismo, no sé por qué vuelvo siempre a este tema.

Hay una hibridación curiosa en su película que consiste en ese acercamiento al cine musical, con el sello de la discográfica Motown…
Es un poco la propia alma de la película. Para sobrevivir a tiempos convulsos como los que plantea el film, la única solución es el arte de la creación. Por eso es importante mostrar el proceso creativo. Y en la película hay un personaje que sobrevive, también de manera metafórica, a través de la música. Cantar es su verdadera supervivencia. Tenía muy claro que la música iba a ser muy importante en la película y tratamos este personaje como si estuviera en un musical. La forma que tiene de transmitir sus sentimientos y emociones es a través de las canciones.

Antes citaba a su grupo de amigos y colaboradores, entre los que está Joss Whedon y, por supuesto, J.J. Abrams. ¿Son conscientes de que han revolucionado de algún modo el mundo de la televisión?
Es agradable que te digan estas cosas. Lo que me encanta de ambos, y es algo que he aprendido con ellos, es que nunca pensaron en revolucionar nada. Simplemente hicieron las series que querían hacer. No les importaron las modas ni lo popular, solo confiaron en sus instintos y en su pasión. Ellos no han cambiado desde sus comienzos, ha sido el espectador el que los ha seguido y creo que esa es una lección que yo me llevo conmigo todos los días.

¿Plantea de manera distinta su narrativa dependiendo de si es una película o una serie de televisión?
Cada medio te da oportunidades y posibilidades distintas. Tienes más tiempo para desarrollar la historia y los personajes en el caso de la televisión, mientras que el cine te permite contar relatos más compactos. Me encantan los dos medios y no veo tantas diferencias. Obviamente está la duración, pero el planteamiento es exactamente el mismo.

Entrevista realizada en el Festival de San Sebastián el día 27 de septiembre.