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Gaël Lépingle es un director preocupado por el tiempo, como ha demostrado en sus trabajos de ficción y también en el documental Julien (2010), con el que obtuvo el Gran Prix en la sección de competición francesa del Festival FidMarseille.

En su último largometraje, el tiempo precisamente parece que se suspende cuando tiene lugar un accidente en una central nuclear, lo que obliga a un grupo de jóvenes a refugiarse en la misma casa. Las relaciones que se establecen entre ellos están reflejadas en un tono de iniciación a la madurez, pero Lépingle recubre su narración de la estructura propia de un film con tintes de catástrofe, lo que arrastra la narración hacia el terreno del cine de género, dando lugar a una
estimulante hibridación.