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Búsqueda de identidades.
Cristina Aparicio.

«¿Sabes por qué estás aquí?» Con estas palabras del film inaugural 53 guerras (Ewa Bukowska, 2018) arranca la 9ª edición de la Muestra CinePOLSKA, una aproximación a la cinematografía más reciente de Polonia que invita a reflexionar sobre aquellas cuestiones que atraviesan sus películas y que son sintomáticas de la sociedad que retratan. Un total de ocho títulos componen este ciclo que apuesta por la diversidad de géneros (desde dramas históricos a thrillers psicológicos, pasando por el cine familiar y el documental) y por la presencia tanto de cineastas noveles como de directores con trayectorias más consolidadas.

Con la mirada puesta en el pasado, dos cintas destacan por su factura técnica y la envergadura de los proyectos: El mayordomo (2018), de Filip Bajon, y El correo de Varsovia (2019), de Wladyslaw Pasikowski. Estos dramas bélicos de cuidada ambientación histórica comparten un mismo punto de referencia, un elemento que es, en definitiva, el núcleo de ambas historias: las fronteras. Mientras Bajon reconstruye la historia de una familia prusiana atravesada por distintos conflictos bélicos a lo largo de cuatro décadas, con el palacio de la familia y su ubicación como eje de todo el relato (un símbolo de identidad política, familiar y de clase), Pasikowski adapta la historia del héroe de guerra Jan Nowak-Jeziora´nski durante un episodio concreto de la Segunda Guerra Mundial, adoptando un tono de cine de aventuras que, sin embargo, no lastra la épica y la crudeza del relato.

Más cerca del presente se sitúa Los pájaros cantan en Kigali (2017), la historia de dos mujeres que, tras vivir los mismos horrores (el genocidio de Ruanda), enfrentan distintas luchas personales. Krzysztof Krauze y Joanna Kos-Krauze expresan visualmente el tormento interior de ambos personajes de manera simbólica (con las imágenes de buitres carroñeros) e introduciendo secuencias de corte más experimental que muestran elementos naturales como hojas u hormigas, acompañadas de fuertes sonidos ambiente.

La búsqueda de la identidad femenina será también el centro de tres cintas que, a pesar de su distanciamiento argumental, apuestan por el thriller psicológico y los códigos del terror para enfrentar estas disyuntivas vitales: Fuga (2018), de Agnieszka Smoczynska; Torre. El día luminoso (2017), de Jagoda Szelc, y la ya mencionada 53 guerras. Apoyadas en una inquietante atmósfera tanto visual como sonora (en todas ellas el tratamiento del sonido adquiere una relevancia fundamental como reflejo del estado emocional de sus protagonistas), las tres cintas plasman la ruptura con la realidad de estas mujeres como desafío a un statu quo asfixiante que, en términos de puesta en escena, se traduce en incómodos primeros planos, desnudos que producen extrañamiento, composiciones anegadas de claroscuros y sombras… A pesar de sus similitudes, resultan reconocibles las señas de identidad que hacen de cada uno de estos filmes un retrato valioso de la individualidad femenina: la ruptura con las expectativas de los roles de género desde el ámbito doméstico en Fuga; las contradicciones que acompañan a la maternidad no ejercida, vista como un auténtico film de terror en las imñagenes de Torre. El día luminoso; o la imposibilidad de ser una misma por culpa de una psique enferma y angustiada en 53 guerras.

Las dos últimas cintas de la muestra se distancian de esa apuesta por la búsqueda de una identidad personal y su conexión con el pasado reciente de Polonia que dominaba las anteriores ficciones. Así, la película de Tomasz Szafranski Rock’n’Roll, Eddie, que relata el encuentro entre un adolescente y un ser de otro mundo en clave de comedia disparatada con toques de fantasía y ciencia ficción, se convierte en el film de carácter más familiar de la edición. La comedia también se hace presente en La aldea de las vacas nadadoras (Villages of Swimming Cows, 2018), el documental de Katarzyna Trzaska, una pertinente mirada hacia la ‘filosofía eco’ tan de actualidad. A partir del encuentro de tres neohippies con granjeros polacos, surge un choque cultural que alumbra grandes puntos de desencuentro en lo que debería ser una filosofía compartida.