Con motivo de su visita a DocsBarcelona hablamos con John Wilson sobre su manera de narrar, de filmar y de acercarse al otro en la que es hasta la fecha su última serie documental, How To with John Wilson (HBO, 2020-2023).
Sus vídeos comenzaron en Vimeo y luego se convirtieron en la serie How To with John Wilson para HBO. ¿Fue difícil permitir que otras personas participaran en el proceso creativo de escritura y edición, dado que es un proyecto personal en el que habla mucho de sí mismo? Al principio fue un poco incómodo involucrar a otras personas porque para mí hacer la serie era algo terapéutico. El punto de partida era una lucha personal. Es extraño que la gente conozca todas las cosas embarazosas que te han pasado, aunque no todo se haya incorporado a la serie. Sin embargo, creo que muchos de los que trabajaron en How To… terminaron muy familiarizados con mis defectos y con todas las cosas que me ponen nervioso en la vida diaria.
Cuando narra los episodios, su voz en off alterna el uso de los pronombres yo, tú y nosotros. ¿A qué se debe esta elección? Quería que la serie estuviera contada en segunda persona, al menos al principio de cada episodio, porque me gusta mucho como forma de conectar con el público. Creo que tiene un efecto subliminal: te identificas conmigo como narrador, incluso si es en una situación que no te resulta familiar, porque te estoy interpelando directamente como espectador. Este ‘tú’ también se refiere a mí cuando estoy siendo muy concreto con ciertos temas. Una de mis películas favoritas es Blast of Silence (Allen Baron, 1961). Es un noir rodado en Nueva York sobre un asesino a sueldo que utiliza de manera increíble la narración en segunda persona. Dice cosas como: “Siempre odiaste ir a fiestas, pero aún así vas solo para salir de casa”. Me gusta cómo eso me hace sentir: la incapacidad de ser invisible como espectador frente a una película.
Por otra parte, a veces paso a la primera persona para que el espectador sepa que es algo que me ocurrió a mí, literalmente. Para que no haya dudas a ese respecto. Cuando narro en segunda persona puedo entrar y salir de la sátira de una manera divertida mientras mantengo al espectador en vilo. Pero cuando paso a la primera persona casi siempre es mi forma de hacer saber que estoy teniendo un momento de confesión.
¿Graba eventos o personas sin saber cómo va a utilizar esas imágenes después en la serie? Grabo muchas cosas que después no uso porque prefiero filmar algo y no utilizarlo a no tener nada. Siempre prefiero tener más de lo que necesito. Por ejemplo, rodé en una convención sobre diseño de hoteles, con sus diferentes objetos decorativos y esos pequeños jacuzzis que ponen. Filmé durante un par de días y no utilicé ni un plano. Nunca sabes lo que va a tener sentido en el montaje. Puedo rodar algo durante tres días seguidos y luego utilizar un clip de diez segundos en la serie solo porque quiero sacarle algún provecho.
Algunas de las personas que entrevista podrían ser susceptibles de ser ridiculizadas por su extravagancia ante la cámara, pero nunca es el caso en su serie. ¿Cree que hay una relación entre la ética y la forma en la que encuadras a la gente en el plano? Ulrich Seidl es una gran inspiración para mí. Me gusta encuadrar a la gente lo más ampliamente posible porque quiero incluir tanta información como sea posible en el encuadre. Veo muchos documentales y otros trabajos donde algo en primer plano está muy enfocado y el resto desenfocado, y no me gusta cuando se intenta que parezca demasiado cinematográfico, especialmente en la no ficción. Me gusta que el encuadre registre tanto el espacio como a la persona. Es como en En el sótano (Ulrich Seidl, 2015), donde puedes ver una toma durante seis minutos solo porque hay muchas cosas interesantes que observar. Me gusta tener ese factor de ‘volver a ver’. Es algo en lo que pienso mucho y realmente no me importa si la gente lo nota o no. Creo que es algo primario que puede hacer que les guste un poco más cuando lo ven sin saber por qué, simplemente porque es un encuadre muy amplio pero también desde una altura humana. Creo que eso ayuda al público a identificarse un poco más.
En algunos episodios lo vemos acercándose a los personajes por primera vez; luego hay un corte y en el siguiente plano ya está hablando directamente con ellos, conscientes de que los está grabando. ¿Cómo es ese contacto previo a la entrevista? Cada interacción es un poco diferente. Por ejemplo, en el caso del hombre que me enseña a cocinar risotto (en el capítulo 6 de la primera temporada), vi una bandera italiana en la calle y entré en su patio trasero con cuidado, porque estás entrando en la propiedad privada de alguien, y ese fue el momento en el que nos conocimos. Pero en general, al principio trato de mantener la cámara a la altura de la cadera para que no resulte tan amenazadora. Poco a poco la voy subiendo, calibrando el nivel de comodidad de la persona que estoy grabando. La conversación que tengo es muy franca. En aquella ocasión le dije que estaba haciendo un episodio de un programa de televisión sobre cocina, sobre risotto, y enseguida quiso enseñarme a hacerlo. A veces es así de sencillo. Y después, una vez se entra en ese espacio íntimo, puedes probar hasta dónde te dejan llegar. Siempre, desde mi infancia hasta ahora, me ha gustado poner a prueba esos límites, no sé por qué.
El hecho de que use un micrófono de mano de cable corto hace que las personas con las que habla se sientan más cerca de usted. ¿La elección de ese micrófono es casual o deliberada? Encontré ese micrófono de mano antiguo en eBay, venía con una grabadora que compré. Cuando rodaba con una cámara más pequeña, una de vídeo digital, quería probar a entrevistar a gente porque normalmente me limitaba a observarla y luego ponía una voz en off. Pero realmente quería tener un equipo de rodaje con el que pudiera obtener un buen sonido.
Empecé a usar este micrófono en ferias y cosas por el estilo. Tiene un sonido analógico muy agradable y cálido que me volvió loco, y no vi ninguna razón para cambiarlo durante la producción de HBO porque todavía funcionaba. Tener un micrófono con cable hace que sea más fácil llevar a cabo una entrevista porque cuando estás en la calle y se lo das a alguien, realmente no pueden irse hasta que te lo devuelvan. Si tus manos están ocupadas con la cámara, entonces la entrevista debe continuar hasta que te devuelvan el micrófono. Unos de mis documentalistas favoritos son los hermanos Maysles. Recuerdo haber leído entrevistas en las que estaban emocionados cuando encontraron una cámara que podía hacer sonido sincrónico. Eso era todo lo que necesitaban para hacer Salesman (Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin, 1968), por ejemplo. Me hizo darme cuenta de que realmente no necesitas mucho más que eso. Muchas veces los documentales se obsesionan demasiado con el equipo técnico y la producción. Creo que la versión a escala humana es lo que más emociona a la gente.
¿Tiene otras estrategias para conectar con las personas a las que entrevista y hacer que se sientan más cómodas? Muchas de las conversaciones ocurren fuera de cámara, pero ser sincero con la gente siempre resulta muy útil. No saben cómo va a ser editado el material o dónde va a terminar, así que trato de ser honesto sobre cómo esa pieza del rompecabezas encaja en el conjunto. Además, cuando realizo una entrevista, les miro a través de la cámara, lo que puede hacer que se sientan más cómodas al no tener que mantener contacto visual directo conmigo.
En su serie aborda varios problemas de Nueva York, como la privatización de espacios públicos y el funcionamiento de los servicios. ¿Cree que el humor le permite exponer estas preocupaciones de una forma más cercana? Nueva York tiene muchos problemas y, para mí, la mejor manera de lidiar con ellos es a través de la sátira. Creo que hay una necesidad real de hacer un trabajo que confronte directamente ciertos problemas de la ciudad, ya sea visualmente, mostrándolos de alguna manera, o hablando en detalle sobre cómo hemos llegado hasta cierto punto.
Hemos visto My Morning with Magic Mike (John Wilson, 2023) y parece que siempre se divierte cuando filma. ¿Es así? La película que hice sobre Mike Kuchar fue muy autoindulgente. No la hice para nadie más, ni esperaba que a nadie le importara quién era. Quería hacer un retrato rápido de alguien a quien admiro desde hace mucho tiempo. Pero, sí, intento divertirme mucho cuando estoy grabando algo porque concebirlo no siempre es tan divertido, el proceso previo. Hice este retrato con mi pequeña cámara DV, porque quería sentirme un poco más ligero, y que la presión fuera un poco menor. Con ella puedo ser más descuidado y no preocuparme por la corrección de color, o el sonido o cualquier otra cosa, lo cual es realmente liberador. Normalmente, llevo una cámara grande conmigo que filma una imagen bonita, pero no es algo que puedas llevar a todas partes. A veces prefiero filmar con una cámara pequeña porque cambia la forma en que la gente te habla. Creo que la gente te toma mucho menos en serio cuando tienes una cámara pequeña y eso hace que se sientan un poco más cómodos.
Parece ser que se le asocia con un imaginario concreto y recientemente ha sido productor ejecutivo del documental Carpet Cowboys (Noah Collier, Emily Mackenzie, 2023). La escena que muestra a los empleados de la fábrica cuyo trabajo es caminar sobre alfombras durante horas podría encajar perfectamente en un episodio de How To with John Wilson. ¿Cómo fue la experiencia de producir el documental? ¿Le interesa producir proyectos de otros creadores que resuenen con usted? Producir la película fue una experiencia genial. Me uní al proceso bastante tarde, ya que gran parte de la filmación ya estaba hecha cuando me incorporé y me senté con el equipo después de ver un primer montaje. Una de las cosas que más disfruto es el proceso de armar el rompecabezas del montaje, ver lo que tienes y encontrar la mejor manera de estructurarlo. Creo que gran parte de mi contribución provino de ese aspecto. Me gustaría producir más trabajos de otras personas. Pero creo que en este momento, solo estoy tratando de centrarme en mi próximo proyecto y asegurándome de que todo esté en orden antes de considerar involucrarme seriamente en proyectos de otros.
Ahora que es conocido, ¿le resulta más difícil filmar ciertas cosas? Ahora me reconocen mucho más en Nueva York, pero realmente no ha afectado a lo que ruedo tanto como temía. Si filmo heces de perro en la calle, eso no va a cambiar. Cuando hice la segunda y la tercera temporada, muchas de las personas que entrevisté conocían la serie. En todo caso, creo que hizo que confiaran más en mí en ciertos aspectos, porque entendieron que no era una especie de ‘comedia para pillar’ a lo The Daily Show. No sé. Sí: miro a la gente y la gente me mira a mí, pero no pasa nada.
Ariadna Cebrián y Jorge Tur Moltó
Entrevista realizada en el CCCB (Barcelona),
el 6 de mayo de 2024.