Print Friendly, PDF & Email

Patricia Marín Verdú

A veces lo cotidiano y rutinario, algo que para todo el mundo suele ser aburrido y pesado de llevar, inspira el deseo de que las cosas vuelvan a ser como antes, dejando un sabor agridulce en aquellos que saben valorar la rutina. Como una planta que busca la luz solar, las protagonistas de Afternoon Clouds (Payal Kapadia, 2017) sueñan con salir al exterior en busca de algo que las motive y que les haga liberarse de esa rutina que a la vez les hace vivir en un pasado del que no pueden ni quieren desprenderse.

La directora hindú refleja esta melancolía y necesidad de evasión utilizando una mirada serena y casi pasiva ante la realidad, que incita a reflexionar sobre las imágenes y dar con la solución ante la dicotomía planteada sobre realidad o ensoñación. Los espacios vacíos y a la vez cargados de pequeños detalles otorgan al plano significados casi intangibles pero muy elocuentes para el espectador. El aire que se respira entre las cuatro líneas que delimitan la pantalla bien podría ser un símil de lo vacías que están las vidas de las protagonistas en ese momento. Esa necesidad de buscar una ventana donde dé el sol, la necesidad de florecer al igual que lo hace la planta que observan, de buscar cualquier forma que les ceda la posibilidad de crecer como individuos y que conviertan sus anhelos casi ilusorios en algo real o, al menos, posible en sus próximas vidas.

De esta forma, las ventanas supondrían un pequeño portal en el espacio-tiempo, un pequeño vistazo de lo que esperan de un futuro. Sin embargo, esta metáfora se desvanece con la aparición de las “nubes de la tarde”,  un repelente para mosquitos que hace desaparecer cualquier atisbo de ensoñación en las vidas de los personajes creados por Payal Kapadia. Con una lucha constante entre ficción y realidad, Afternoon Clouds se convierte en un baile entre lo que es y pudo ser, entre lo onírico y lo real. Un canto a la metáfora y la melancolía.