Xavier Valera Ros.

Con el documental O Termómetro de Galileu (2018), la portuguesa Teresa Villaverde se sumerge en el mundo cotidiano del director italiano Tonino De Bernardi, reflejando el día a día de la casa de campo en la que este vive con su mujer, Mariealla Navali.

Desde la primera escena, Villaverde se adentra en el cine de Bernardi –tan presente durante todo el recorrido del film– por medio de una situación tan cotidiana como es poner una película en el viejo televisor de su casa. En este caso se trata de Elettra (1987), obra imprescindible dentro de su filmografía. Con los diálogos de aquella cinta de fondo, Villaverde va mostrando todo el exterior de la casa, enseña dónde viven estos personajes, la naturaleza que los rodea, una mesa familiar… es decir, expone una serie de lugares que van a tener un papel fundamental durante el desarrollo de la película: la mesa vacía donde luego se van a reunir todos para comer o el entorno donde luego se va a ver a Tonino y su mujer Mariella hacer tareas corrientes. Con todo esto, Villaverde pretende mostrar cuál es el día a día de este matrimonio desde una posición de observadora.

La cámara se convierte en espectadora de las preocupaciones de estos dos personajes. Hay alegría durante todo el film, pero también está la presencia de la muerte junto a los protagonistas: Mariella recuerda la historia de su amiga Rita, y Tonino da testimonio de cómo le afectó al director la muerte de su abuelo y ello le refugió en las tragedias griegas –presentes en su cine, específicamente en la mencionada Elettra–. Se trata también de mostrar la vida de estas personas con toda la naturalidad posible; la cámara se aleja para no invadir su espacio, para que no se sientan coartados por su presencia, dando también la sensación de una grabación casera y amateur –realizada a conciencia– que evidencia que Villaverde está rodando su película como si filmara a su propia familia.

El otro personaje importante es la propia Elettra, quien está presente durante el transcurso del documental. Basada en la tragedia griega de Sófocles, De Bernardi rodó Elettra en 1987 con actores no profesionales en la Campagne di Casalborgorne y alrededores, una información que él mismo desgrana durante la última parte del documental para volver al plano del viejo televisor en la sala oscura. Villaverde opta por empezar y finalizar su largometraje con las imágenes de la película. Y como el cine está presente durante todo el metraje, Villaverde opta por terminar su obra de la forma más sencilla y precisa posible: con el gesto de apagar la cámara.