Print Friendly, PDF & Email

El pasado mes de junio en Filmoteca Española se proyectó la película Los ilusos. Varios miembros del equipo participaron en la presentación, entre ellos Jonás Trueba, su director. Cuando le llegó el turno al actor Vito Sanz, su intervención nos pilló a todos por sorpresa… 

En esta entrevista, además de explicar por qué dijo lo que dijo, Vito también repasa la última etapa de su trayectoria y cómo esos trabajos le han ido posicionando como el antihéroe romántico del cine español. La idea del personaje adquirido, los procesos de casting, la responsabilidad del actor frente a la cámara o cómo el lenguaje del cine puede requerir que un actor se pase el día bajando y subiendo escaleras son varios de los temas que surgen en esta charla. También sobrevuela la posibilidad de que el amor (en pareja, entre amigos, por el cine) puede asomarse tras las imágenes.

Este episodio también está disponible en IvooxSpotifyApple Podcasts y Google Podcasts. Puedes seguir todas las novedades en las redes del programa. 

¡Gracias por escuchar!

Música: Ey, de Mis Cintas Amateur junto a Tulsa. Cedida por su autor, Francisco Marise.

Notas del podcast

Las películas citadas son: Los ilusos, Los exiliados románticos (Jonás Trueba), María (y los demás)(Nely Reguera), Esa sensación (Juan Cavestany, Julián Génisson y Pablo Hernando), Vergüenza (Álvaro Fernández Armero), Las leyes de la termodinámica, La virgen de agosto (Mateo Gil), y Al otro lado del mundo (David Trueba).

La proyección de Los ilusos en Filmoteca estuvo acompañada por esta hoja de sala. En el episodio se hace referencia a esta conversación online que el equipo mantuvo unos días antes.

La entrevista de Elvira Mínguez que se menciona forma parte del libro “La piel y la máscara”, de Lola Mayo, editado por ALCINE 38.

La compañía de teatro de la que forma parte Vito Sanz es Club Caníbal. El resto de integrantes son Chiqui Carabante, Font García y Juan Vinuesa.

 

“En esa proyección de junio, algunos no estaban y otros estaban de otra manera…”.

Luis Miguel Madrid, que interpreta a Perucho en Los ilusos, falleció hace unos meses. El día que se estrenó la película escribió este texto. Curiosamente, una de sus frases podría resumir hoy este episodio: “Las cosas, las historias, las formas de hacer o de vivir se acaban para que empiecen otras.” La foto es de Eva Contreras y el artículo fue publicado en Babab, Cultura de Revista

Transcripción del episodio

[Andrea] El pasado 20 de junio en Filmoteca Española se proyectó la película Los ilusos dentro de un ciclo titulado “Hacia la felicidad”. El Cine Doré había reabierto tan solo cuatro días antes, con un 25% del aforo, así que esa tarde éramos muy poquitos los que estábamos ahí dentro, y todos bastante emocionados, la verdad. Empezabas a acostumbrarte a ir al cine con mascarilla, por ejemplo… No descarto que varias personas se reencontraran con la sala ese día. Varios miembros del equipo participaron en la presentación: habló su director, Jonás Trueba, también su productor, Javier Lafuente, el actor Francesco Carril, la actriz Mikele Urroz… Y… y cuando le llegó el turno a Vito Sanz, otro de los actores de la película, su intervención no fue para previsible. 

Imagino que por deformación profesional, y porque a mí a veces también me toca estar en ese lugar, me fijo mucho en las presentaciones: cómo se habla, qué palabras se escogen, quién está hablando en realidad –si esa persona está cumpliendo con su papel (puede ser el de directora o director, o crítico, o intérprete) o si, como pocas veces sucede, como creo que sucedió aquel día en Filmoteca, se da un momento más genuino. Antes de que él mismo explique qué dijo, y por qué lo dijo, déjame contarte qué sabía yo de Vito Sanz antes de esta entrevista.

Primero voy a, espera…Voy a despejar la mesa y ahora podemos ir volcando por aquí algunas escenas, algunos fotogramas. Empezando, claro está, por Los ilusos. 2013. Esta secuencia se rodó en el Cine Doré. Creo que si has visto Los exiliados románticos, hay una escena que seguro que no has olvidado. Me parece que lo único peor que declararte cuando no eres correspondido, es tener que hacerlo en francés… Luego vino María y los demás, de Nely Reguera, una tragicomedia un poco más costumbrista. También actuaba en el fragmento que dirigió Juan Cavestany en Esa sensación, y ese fue un primer acercamiento bastante más oscuro al humor incómodo que casi rebosa Vergüenza, la serie de televisión dirigida por Álvaro Fernández Armero. Después le vi en Las leyes de la termodinámica, de Mateo Gil, yo creo que su primer papel protagonista. También es una comedia romántica (un chico conoce chica, chico pierde chica), pero el ritmo, la planificación, son totalmente distintos. Es, sin duda, el salto de la producción independiente a una más industrial. La última vez que me había encontrado en pantalla a Vito Sanz fue en La virgen de agosto, la película más reciente de Jonás Trueba. Y no es como si viéramos a este personaje perder otra batalla más, aquí es como si ya la hubiera perdido. Es un hombre cansado. Un hombre cansado y con barba. 

Ya te avanzo que todos estos títulos, junto a las notas del podcast y la transcripción del episodio, los dejaré en la web de Caimán Cuadernos de Cine, caimanediciones.es. Ahí también puedes escuchar el resto de episodio, además de en tus plataformas habituales.

En resumen: tres meses después de aquella proyección, cuando el verano quedaba ya bien lejos, y con todas estas películas en mente, me encontré con Vito Sanz. Como aquí no tenemos ningún patrocinio (ejem, eso va por ti, Seagram’s tónica), todavía salimos a los bares para charlar. Este en concreto, esa tarde de martes estaba bastante vacío. De fondo suena la cafetera, algún cliente, algo de música, varios coches pasando por la calle… En algún momento, la luz tuvo que cambiar porque, sin darnos cuenta, cuando terminamos se nos había hecho de noche.

Suena la cabecera y entramos en ese lugar. La primera pregunta fue “¿Qué recuerdas del sábado 20 de junio de 2020?”.

[CABECERA]

[Vito Sanz] Llegué a la proyección y salías del confinamiento estaban todos… Era raro, la energía ¿no? Estabas contento por estar allí, pero la sala estaba medio vacía. Con los espacios de seguridad entrabas y te medían la temperatura con la pistola esa surrealista, ¿no? Y luego te ponía el gel, la distancia, todas estas cosas… Luego te subes allí y ves es un cine maravilloso que me ha marcado y al que he ido durante toda esa época. Porque además vivía por Lavapiés, por donde vivía Jonás. Salíamos casi todos los días, entonces acababas viendo una película… Había algo donde el cine, el Doré, también marcaba mucho. Veía las primeras filas, donde siempre nos sentábamos, cuanto más cerca de la pantalla mejor. Y todo ese espacio medio vacío, ¿no? Teníamos que presentar y hablar un poco de “Los ilusos”. Esa presentación tenía algo de eso, de melancólico y de anormal dentro de todo un contexto social que estábamos viviendo.

[Andrea] ¿Y tú, por ejemplo, las presentaciones te las preparas?

[Vito] No, por desgracia no. ¡Ojalá! Tendría que haberlo hecho. Tendría que haberlo hecho…

[Andrea] Te lo pregunto porque, cuando vas a presentar, no sé si te pones en modo actor, y te creas un personaje (“ahora soy el protagonista o soy un miembro de esta película”), o simplemente eres de verdad tú diciendo “Uy, vale, me toca entrar en este papel, ¿qué digo ahora mismo sobre esto?”…

[Vito] Yo me acuerdo que la primera entrevista que vi con Los Ilusos fue para un pequeño programa de Televisión Española, que fue en el Matadero. Claro, era “¿qué coño digo?, ¿cómo hablo de las películas que hago?”, porque es también pudoroso. Intento tampoco profundizar mucho sobre cosas, asuntos técnicos míos, problemas técnicos o escenas que se me complicaron o miedos que tenía, porque creo que hay veces que no interesa o puede ser aburrido y todo…

[Andrea] ¿Entonces por qué aquel día, en lugar de hablar de la película solamente hablaste también — Sabía que me iba a costar esta entrevista…Pero hablaste de tu vida. Yo fui sola, cuando empezaste a hablar miré alrededor, en plan “no tengo a nadie con quien compartir este momento, pero quiero cruzar la mirada con alguien para que me diga que esto nos está sorprendiendo un poco.”

[Vito] Ya tía, es que estaba totalmente tocado emocionalmente y en todos los sentidos. No sé esto, yo creo que…No soy pudoroso hablando de mi vida privada, porque tampoco creo que me interesa a nadie. En ese momento, no sé, me sentía… Estaba contento y feliz y a la vez también había salido de un lío personal muy fuerte y claro. En n momento determinado dije que me habían dejado. Eso es lo que te impactó… Cosa que no debí filtrar bien, pero me salió. No sé por qué me salió. Estaba como totalmente fuera de sí, porque además allí dije que me habían dejado y tampoco era que me habían dejado, porque las separaciones son más complejas. Ahí me hice un poco la víctima, pero sí es verdad que he vivido una cuarentena y unos años pasados, a nivel personal, que eran complejos, y entonces había momentos donde me sentía solo, tal, y llegué a la presentación con mis amigos de toda la vida allí, presentando una película que me había marcado a mí personalmente. Y entré, entré allí, en esa melancolía… Luego llega a cenar con Jonás y me dijo “Pero, se te ha ido, ¿no?” Y yo le dije, no, tío, es que lo sentí así.

[Andrea] No digo que fuera algo malo.

[Vito] No, no, lo entiendo. Pero algo raro, ¿verdad? En ese contexto. Yo también lo noté. O sea, nunca había hablado así. A veces sí, suelto cosas, pero nunca había hablado así de emocionado de estar en esa situación. Y yo creo que tiene que ver con todo lo que he vivido y con la película en sí, y con verme con esta gente con la que he compartido tanto…

Era algo que era una celebración triste, porque también es verdad que el primer día que rodé allí estaba mi ex novia de figuración. Yo tengo una compañía de teatro y también estaba Chiqui Carabante. Estaba Luis Miguel Madrid… Claro, ya algunos no estaban y otros estaban, pero de otra manera. Ese poso melancólico y triste de final. Y bonito porque también empieza algo, o quiero pensar que empieza algo,

[Andrea] ¿Aún no ha empezado?

[Vito] Bueno, sí, no sé… Aún no ha empezado. ¿El qué? ¿A nivel profesional o personal?

[Andrea] Digo la etapa, cierras una y te toca abrir otra…

[Vito] Sí, sí, yo creo que estoy en transición, la verdad. 

[Andrea] Este fin de semana he vuelto a ver Los exiliados románticos y hay un momento muy bonito que pasa en esa película, cuando te declarabas a esta chica pero luego en la siguiente parada hablabas con Francesco por el bosque y, aunque hubiera salido mal, era como que había merecido la pena porque nunca antes te habías sentido tan vivo. Y me parece que a veces en las presentaciones es esa sensación de “me la voy a jugar”, porque qué más da, tampoco sale de esas cuatro paredes si no vienen a hacerte un podcast… ¿Es un poco de esa adrenalina?

[Vito] Claro, sí, sí.

[Andrea] Te preguntaba por el personaje porque en una entrevista que te hicieron en Barcelona por la película de Mateo Gil, era muy gracioso porque duraba 9 minutos y terminabais hablando de que nunca habíais ligado en discotecas. En fin, te lo llevaste con una broma a un terreno personal y el periodista ya estaba en el bolsillo. Eso me parece que lo dominas muy bien. En la Filmoteca, también fue rozar ese personaje patético: “Me han dejado, aquí vengo yo a que me abracéis, rendiros ante mí”.

[Vito] Hay algo de eso. Si es un truco. Eso es un pequeño truco? Sí, claro. Ahora como estoy haciendo medio promoción de la película de David, no, en un momento un periodista me pasó un cuestionario y me ponía: “David es un director maravilloso y tal. ¿Qué destacarías de él?” Yo digo: “Sí, tienes toda la razón, es un director maravilloso. Siempre me lo ha parecido hasta que me llamó”. Entonces hay algo de eso, de utilizarme como tal, que sí, que es medio tramposo, te diré, pero que es una pequeña mentirijilla. Es como ganarse a la persona. Hay algo de verdad en eso. Siempre me he sentido así. No he sido un tío resuelto ni rápido, he sido más lentote. Por ejemplo, Jonás o David tienen el don de la palabra y hablan muy bien y se saben expresar, y otros no tenemos eso. Y entonces, pues haces lo que puedes en las circunstancias más complejas, sobre todo en las entrevistas.

[Andrea] ¿Y eso si lo llevamos a la interpretación? Algo que se ha ido formando por estos últimos papeles, aunque con matices, pero es esta idea de que Vito Sanz es el nuevo antihéroe romántico del cine español. En muchos papeles te vemos como el mejor amigo o el protagonista, un poco perdedor, que siempre genera mucha empatía. Para mí, es como esa persona a la que quieres que todo le vaya bien, que salga ganando de la película, aunque pierda a la chica o pierde el conflicto.

Entonces yo me acordé de un taller de interpretación en el que participé y la directora parecía que tuviera rayos-X, podía ver tu esencia. Te reduce a un arquetipo en el buen sentido. Había una chica, por ejemplo, que para nada era muy seductora en el día a día, pero era su apodo era Shakira. Le decía: “Tú eres una Shakira, lo puedes sacar o contener, pero que sepas que lo tienes”. Esta idea de cómo me perciben los demás… Claramente los directores de casting han percibido eso en ti.

[Vito] Y los directores, sí.

[Andrea] Me parece muy importante para un actor, tenéis que ir a favor de vuestra imagen o luchar contra ella, pero tenéis una imagen que también es parte de vuestra herramienta. Entonces, ¿cuándo tú percibiste eso o quién te ayudó verlo?

[Vito] Bueno, yo creo que lo vas aprendiendo poco a poco. Yo recuerdo la primera vez que me subí a un escenario. La relación que tenía con la relación que tuve en ese momento con el público y con el otro actor. Era una pequeña improvisación en Barcelona, me acuerdo perfectamente. Debía tener 14 años. Te daban una especie de conflicto muy sencillo. La sensación de subir allí, la mirada de los otros, lo que generaba dentro de mí… El corazón me palpitaba. No podía pensar. No podía reaccionar. Había una especie de sensación de caída. Y entonces empiezo a intentar hablar y en ese intentar hablar empiezo a oír risas… “Ah, esto puede valer”. Entonces, dentro de la verdad que estaba pasando, del estrés que me producía todo eso, empiezo a intentar llevar a cabo toda la escena. Y entonces ahí se posó algo de unos recursos que tienes, un personaje adquirido, llamémoslo así, con unos recursos interpretativos: cosas que te salen bien, trucos que tienes, que te facilitan el trabajo a la hora de solucionar ciertos problemas. Así empiezas a tener conciencia de qué se te da bien, con quién conectas, cómo conectas con eso, los personajes que te divierten también… Esta cosa del perdedor dubitativo siempre me ha gustado. Pero también trabajas para intentar salirte de eso para que no te coma, porque si no te condiciona siempre hace lo mismo.

La formación también te da eso, empiezas a conocer a gente. En mi caso estuve estudiando en Barcelona, luego coincidí aquí con Fernando Piernas y entonces empiezas a entender cómo vas a plantear el trabajo cuando te dan un papel: cómo lees el guión, de qué manera para que no sea un trabajo intelectual, sino que tenga, digamos, un destino desde el punto de vista de la acción dramática.

Es compleja la formación de los actores, porque tienes que coincidir con una persona que te entienda. Hay personas que llegan a una escuela y salen huyendo porque no creen que no son actores o que no sirven para eso. Y no es tanto eso, es que hay veces que tienes que conectar con la persona adecuada en la formación.

[Andrea] ¿Como cuando buscas psicólogo?

[Vito] Es igual, claro, claro. Mi psicóloga, yo la entendí perfectamente

[Andrea] ¿Hicisteis click?

[Vito] Sí, sí, Charo es maravillosa. Me senté y dije “me puede ayudar en todo esto”. 

[Andrea] Y sobre los personajes que te divierten, ¿qué personajes te han divertido aunque luego no hayas explorado tanto?

[Vito] Po ejemplo, el personaje de “La virgen de agosto”. Jonás tiene una imagen de mí que va cambiando, que va evolucionando, como esta cosa más oscura, más directa… La cosa es que de mí no depende tanto, depende más de los directores y de qué ven ellos en mí.

[Andrea] ¿Porque tú estás ya en este circuito de representantes y castings a tope?

[Vito] Bueno, castings a tope no. El otro día lo hablaba con mi representante, con Joserra, que es maravilloso. Él estaba preocupado por la situación en la que estamos a nivel de trabajo, todo no se mueve de aquella manera. Le dije: “Joserra, ya sabemos cómo va esto. Cuando trabajo no sé por qué trabajo y cuando no trabajo tampoco lo sé”. Esta incertidumbre la tenemos siempre.

Y yo tengo la suerte o la desgracia de que siempre trabajo con amigos o con gente que me ha visto. Yo hago muy pocas pruebas al año, yo no. Yo no entro mucho en esos parámetros. Generalmente trabajo en la tele porque el director o el productor de turno me ha visto en otro lugar. Generalmente soy un actor que hago las pruebas fatal, mal, pero muy mal. No me siento cómodo. No creo mucho en las pruebas. Pero da igual, me las tengo que comer. La sensación que yo tengo en las pruebas porque lo he visto en los compañeros que están al lado, es que hay ganadores. Esto es como una carrera: los ves sentados allí en la oficina antes de entrar y van una seguridad, una cosa certera, ellos no dudan de sí mismos. No, no, no. Yo me sentaría y le diría “a ver un momento, vamos a empezar, ¿esto qué es? Cuéntame la película, cuéntame todo. Qué relación que tengo con la otra persona…” Mi trabajo tiene que ver mucho con entender cierto lenguaje en común entre el director y yo. Cómo habla él, qué manera tiene de contar las cosas y cómo le doy forma a eso que está diciendo. Cuando se tiene, el trabajo fluye de una manera maravillosa.

[Andrea] Y sobre… Antes que mencionabas lo de… Bueno, sí, iba a cambiar la pregunta, pero vuelvo atrás. Tenía un par de preguntas sobre La virgen de agosto. En una entrevista que le hice a Jonás, quizá fue por La reconquista quizá, comentamos que en sus películas hasta ese momento no había habido ninguna escena de sexo. Eran muy poco carnales, se veía muy poca piel. En cambio, en La virgen de agosto eso sí sucede. Me gusta mucho cómo se va narrando ese noche en común y termináis paseando pro Madrid Río y llegáis a esa casa. Para mí uno de los grandes retos de los actores es el raccord sentimental, de estado anímico. La gente alucinaría si viera los planes de rodaje, cómo se va rodando eso por cachos. Me gusta mucho de esa escena que se nota el peso de la noche para entender que esas personas se pueden acostar a plena luz del día porque vienen de toda una noche juntos. Normalmente, no lo harían si quedaran para tomar café a las 10 de la mañana. Quería saber cómo habíais trabajado eso, cuál era tu sensación al rodar esa secuencia y al saber, además, que iba a haber una escena de sexo.

[Vito] Esa escena de sexo, bueno, sí… La recuerdo… Esa escena se rodó un día la llegada a Madrid Río y otro día distinto todo lo del piso. Y eso, además, fue fraccionado, se desestructuró por luz. La entrada se hizo lo último, luego se fue a la mitad, se hizo la escena de cama y se volvió a la entrada en la cocina. Yo creo que la sensación que tiene el público al ver esa película también tienen que ver también con la luz, con el ambiente, con la fragilidad con la que hablaba Jonás. Había unas pautas que le daba a Itsaso, por ejemplo, de que le empezaba a doler. Estaba con un poco un poco mareada de la noche, esa sensación de espesura. Entonces nos fuimos hacia allí, a esa lentitud. No sé… Es que no llevo muchas chicas a la casa, pero las pocas que llevaba en mi vida siempre es como complejo, incómodo. No te conoces mucho, llevas cuatro copas de más y estás como intentando, joder… Tiene un punto de incomodidad en las dos partes, “¿pero qué hago aquí?”, hay dudas. Pero también hay algo de atracción y unas necesidades físicas. Entonces, todo eso está en la escena. La recuerdo como algo surrealista. Estaba mi ex novia, que en ese momento estábamos en una crisis, pero que es la ayudante de dirección, Lore, con Jonás, con Itsaso, era un cruce raro… ¿Era mi primera escena de cama…? No, había hecho antes una, pero era la primera de cama rodada por Jonás y yo en pelotas directamente, porque con el tiro de cámara no podía falsear nada. Estaba nerviosísimo, histérico. Creo que lo estábamos todos, incluso Santi, que es un poco el que más controla de esto, también. Además, es un momento muy importante en la película, es como una entrega, ella que coge y te dice “bueno, quiero hacer el amor, hagamos el amor”. No sé qué dice exactamente, pero es muy directa.

La recuerdo como muy estresado, sudando, además agosto en una habitación enana, pero con cierto cariño. Esas escenas tienen un riesgo y yo lo hablaba con Jonás: si se nos va la olla, empezamos a descojonarnos todos y no rodamos. Entonces había también esa sensación que Jonás lo intuía y era “no abramos ese melón”, porque como entremos en esa fase… Lore de vez en cuando desaparecía porque le entraba la risa. Itsaso tirada en la cama, la pobre, ajustando la cámara.  Además es como medio incómodo, porque estás tirado en la cama, pero tienes que hacer cuadro. Y luego entro yo y marco el cuadro. Y cuando está el cuadro bien,  vuelvo a primera, nos quitamos las cosas y empezamos. Entonces todo como medio ortopédico, claro. Sumado a esa ortopedia, podía estallar la risa y empezar a morirnos y no rodar. Entonces había está esa cosa de tensión, de decir “oye, cuidado”. La verdad es que salió bastante bien. Quiero decir, dentro de toda esa complejidad… Y salimos ya de esa escena cansadísimos y tuvimos que hacer la entrada y toda la cocina después. Entonces ya ibas sumando todo eso, pero fue, no sé como decirlo, muchas veces pienso en esas escenas y creo que me gustó hacer esa escena tan compleja y tan frágil con ellos, con gente cercana, amigos, luego nos reíamos, pero había algo de eso: menos mal que he pasado por eso y que no lo he hecho en un contexto más industrial donde eso es, “venga, va a por otra” y estás tú allí, medio en pelotas, con la pobre actriz al lado, diciendo “¿estás bien, todo bien?”. Gracias que estuve con ellos y que de alguna manera te arropan y te cuidan. Luego generalmente hay trucos. Yo no sé muchos. Yo he hecho dos escenas de cama y no son muy…

[Andrea] La de Las leyes de la termodinámica la vi, sí. De esa película te iba a preguntar. En el cine de Jonás, que siempre hay mucha más libertad, y en esta otra película parece que es todo mucho más esquemático, más técnico. Quería saber cómo te habías sentido tú como actor en ese otro modelo, cuando quizá tienes que dar una frase aquí, otra allí, aunque estés en la misma escena… Desde fuera tal vez no se ve, pero el trabajo es muy diferente.

[Vito] El cine a nivel técnico es verdad que es divertido porques dices “bueno, me asomo al balcón y grito “¡te quiero!”, pero es un balcón ficticio y al otro lado no hay nadie. Hay algo de eso que cuando lo juntas se produce una cosa mágica y funciona. Pero hacerlo para el actor supone imaginar, darle valor a las cosas. Puede que esté el foquista en tu cara y le tengas que decir te quiero con unos ojos medio llorosos… Es difícil, es complicadísimo. En esa película yo me acuerdo que me pasé una semana y media casi sin hablar. Solo cruzando pasos de cebra, caminando por un lado o volviendo corriendo por otro lado. Todo era técnico, toda era marca, marca, marca, marca. Aprendes, aprendes haciendo. Yo recuerdo que las primeras veces en la película de Mateo no paraba en marca la primera y, en cambio, la última semana lo hacía con los ojos cerrados. Realmente a mí me aburre, pero entiendo que el cine y el lenguaje del cine tienen que ser así y me gusta. Pero es verdad que cuando estás ahí, “ahora me acerco”, “ahora…”. Hay trucos, hay cosas que vas aprendiendo.

[Andrea] ¿Se supone que eso es lo que llamáis técnica, “tiro de técnica”? ¿Son los trucos?

[Vito] Sí, llamémoslo sí.  Yo lo que entiendo por técnica es que a nivel interpretativo tienes un mecanismo de trabajo, de funcionamiento. La técnica tiene que ver con buena colocación del cuerpo, de cómo pillar la luz, de no sé cuándo panea no tapar al otro… Al margen, hay técnica interpretativa que es analizo el texto: cómo, qué palabras son las más importante, cuál es el conflicto… Si está bien escrito, empiezas a ver el carácter o la forma de comportarse del personaje, el vínculo que tienen con la otra persona. Empieza a salir todo del texto de una manera maravillosa y dices “hostia, es increíble”. Lo que pasa es que, claro, hay que saber leer de una manera, digamos, casi lentota. Subrayar, pensar cada palabrita, darle el valor que tiene. Entenderlo dentro de la totalidad de la pieza. Entender cada partecita en su partecita… 

[Andrea] ¿Lees mucho los guiones?

[Vito] A mí me gustan, sí. No es que lo lea mucho, depende. Si me gusta, me lo leo varias veces. Si no, me lo leo dos veces. Escucha, es que soy perezoso.

[Andrea] Lo has dicho antes, ¡no sabía que a este nivel!

[Vito] Cuanto menos trabaje, mejor. Eso para un actor es una virtud.

[Andrea] Imagino, para  no comerse mucho el coco, ¿no?

[Vito] No, en Barcelona había un profesor de interpretación que decía “Bueno, el teatro es economía: es economía de dinero, de escenografía y de interpretación”. Entonces, cuanto menos haces y sea más, es mejor. No lo sé. Yo lo hago porque soy perezoso de por sí.

[Andrea] Antes no te he preguntado si Los ilusos era tu primera película.

[Vito] No, era la segunda.

[Andrea] Porque ahora que hablabas de la economía, tú que empezaste en el teatro no sé si te diste cuenta de que el cine es mucho más económico. Porque si yo estoy en plano medio, todo esto se multiplica por diez y lo tengo que bajar diez puntos. No sé si eso lo notaste, lo captaste rápido…

[Vito] Sí, eso lo vas aprendiendo. No, no creo que lo captara rápido. En Los ilusos yo creo que sí, algunas veces había que tener conciencia de que hay algo expresivo en mi interpretación y sigo teniéndolo. Tampoco pienso “bájalo un poco”, sino que también entiendes el cine desde otro lugar. Incluso la energía que se pone en cada secuencia, en cada plano, es diferente que en el teatro. El teatro es como una carrera de fondo. Empiezas a correr y vas y vas encontrando tu ritmo hasta que llegas al final. Y el cine esa acción, empiezas a correr a máximo 30 segundos y paras. Y vuelves a primera. Son como carreras de fuerza.

[Andrea] ¿Y los actores pueden ser corredores de dos tipos?

[Vito] Sí, claro. Totalmente. Entras, además, es divertido cambiar. Hay algo que es verdad: el cine es economía, el dinero es importante en el cine. Mucho, lo cambia todo, es un factor. En el teatro igual, pero de otra manera.

[Andrea] Antes decía que en la primera semana de Las leyes, no entraba en marca. Y ahí ese factor económico entra? El otro día leía una entrevista a Elvira Mínguez y ella decía que en algunos momentos en que piensas “acabo de fallar y estoy aquí con un equipo de 50 personas delante de mí”. ¿Tú has tenido esa sensación de que sois al final el último eslabón y que tenéis la responsabilidad de hacerlo bien justo en cámara?

[Vito] Sí, tienes esa responsabilidad y ese subidón también. Yo he tenido secuencias, planos secuencia, por ejemplo, con varios actores que entran y salen. Y ahí ves la tensión. Si son secuencias largas, ves que el que entra el último entra acojonado. Primero, porque falla y jode el trabajo de todos los demás. Vas notando que al principio los primeros salen más sueltos. Pim, pam.

[Andrea] Es como el penalti de la Champions.

[Vito]Exacto. Tiene algo de eso. Entonces vas viendo cómo va por el minuto tres y te toca salir y dices “bueno, ahora no puedo echarme atrás”. Notas esa presión. Y cuando fallas, los técnicos, la gente, uf. Eso sí, cuando sale está bien. Yo solo la he liado una vez, en Vergüenza. Nos habíamos pasado mucho del tiempo y estaba con Itsaso, además, haciendo un plano secuencia de una entrada con una conversación con ella que me metía luego en el baño, salía y volvía y acabábamos en el pasillo. Hicimos 10 tomas por cámara, ya nos pasamos del tiempo. Hicimos una supuestamente buena, pero no sabíamos si era buena y fuimos a por una última y en el último momento me trabo. Que esas también son buenas. Y veo a Armero que dice “venga, bueno, venga, vale”. Y paro y digo: “No, hombre, no me jodáis. Hemos hecho diez por cámara. Hagamos una y ya por lo menos la tenemos clara”. Y me dejaron.

Cuando comentas lo de Elvira, la presión es bastante importante. Pero luego hay muchas diferencias dentro de cada proyecto: cuando eres actor protagonista, que estás en un proceso desde el principio, la responsabilidad es de una manera. Cuando entras como un actor de una secuencia en un rodaje, la presión es diferente. Te diría que es mayor porque entras en un proyecto donde no conoces a nadie o conoces a algunos con los que has coincidido, llegas y te va. Es frío y tienes que ser resultón, hacer la escena bien. Y entonces ahí la presión sí que se nota. Ahí agradeces mucho a tus compañeros cuando te dicen “¿estás bien?, ¿todo bien? Ya verás, son majísimos, etc.”. Y te serenan, porque si no puedes entrar en barrena como lo que me pasa a mí en las pruebas de casting, en la salita de espera.

[Andrea] Y ahora que decías esto de pedir una toma más, que también es verdad que puede ser un derecho del actor, ¿alguna vez has visto una película que en la que tú digas: “de esta escena había una toma mejor y no han montado la que yo quería?”

[Vito] No, no. Hay actores, por ejemplo, que hacen la toma y van al combo, ven lo que han hecho, lo retienen, vuelven a otra. No se qué. Yo nunca veo el combo. Yo voy a piñón y nunca veo nada de lo que hago. Se lo dejo todo al director. No me va bien. Me relaciono con el director directamente y confío en él y en lo que mira, y cómo lo mira. Y ya está. Para bien y para mal, ya está. Luego te puede gustar o no el resultado final, pero quiero ir de la mano con él y confiar en esa persona.

[Andrea] Y entonces, de estas películas que decíamos que habían formado una etapa que ya ha terminado, ¿las has vuelto a ver?

[Vito] No, no.

[Andrea] ¿No has vuelto a ver Los ilusos?

[Vito] No a he visto desde… Vi el principio en la Filmoteca el otro día y no la he visto.

[Andrea] ¿Pero por temor a que no te gustarías tú? ¿No te llama la atención?

[Vito] No, no creo que… Tengo confesarte que no lo paso muy bien viéndome. Me lo paso bien haciéndolo, pero viéndome no. Prefiero que me lo cuenten. Disfruto mucho cuando me viene un amigo y me dice “Maravilloso, me ha encantado”. O gente que le gusta la película o mi interpretación y me lo dice. Eso es maravilloso. Me gusta más que verme.

[Andrea] En el Zoom de Los ilusos que vi, había una frase que decía Francesco muy chula, algo como que estas películas formaban en parte un “álbum de fotos tridimensional”, porque estás tú en movimiento hace diez años, hace cinco años. Fotografías que me es imposible verlas sin acordarme del backstage.

[Vito] Sí, en el caso de las películas de Jonás, sí. Claro, has venido hablando de a ver cómo entrelazamos el amor, el cine, en una entrevista a un actor…

[Andrea] No tiene mucho sentido ahora que lo dices…

[Vito] No, con un actor que no se puede ver. Y sale mucho el tema de Jonás y de las pelis de Jonás porque hay algo industrial en todo lo demás de mi trabajo. Y en esto es muy particular, porque mi vida personal y profesional se entrelaza de una manera muy particular, muy única, desde cómo se inicia, de qué manera y cómo, como esas relaciones humanas me hacen formarme también como actor y como persona. Tiene eso que dice Francisco de álbum, sí, hay algo en las películas que te ves y recuerdas que después de rodar yo tenía que salir pitando a hacer de figurante al liceo. Y a nivel personal igual, de cómo estaba emocionalmente o cómo estaba enamorado, o cómo estaba mi vida personal con mi chica, los problemas económicos que teníamos o dónde vivía en Lavapiés. Por eso aparece tanto en esta entrevista, porque el amor, ya del cine, de la amistad, los valores de todos estos procesos, están ahí. Tiene un peso diferente que otras películas que son como más funcionales, más de trabajo, que están muy bien y de las que guardas grandes recuerdos, pero que no se entrelazan tanto con tu vida. Yo es que ahora en estos momentos no estoy para abrir esas puertas. Hay momentos donde tiendo mucho a regocijarme en esta cosa melancólica y sentimental, que no me va muy bien. Hay veces que me canso a mí mismo. Intentas también sobrevivir. Hay veces que la melancolía te abruma tanto que te cuesta salir y entonces intentas evitar ese tipo de cosas. Entonces te lo reservas para otros momentos.

[Andrea] Igualmente, has empezado la entrevista con esta frase de “se termina una etapa porque se tiene que terminar”. Es una buena actitud. Si estás ahí…

[Vito] Sí, mi dinero me cuesta. No, quiero pensar en eso y me noto vitalmente mejor, o sea, notas que vas ganando impulso, un poco de tranquilidad, te asientas, te serenas. Empiezas a tener proyectos de otro orden, empiezas a conocer gente diferente. Notas que hay algo que se empieza a abrir y que empieza otra cosa nueva y que es bonito intentar lanzarse e intentar complicarse la vida.

[Andrea] De ahí tu presentación en el Cine Doré…

[Vito] De allí…

[Andrea] Sí, claro, ¿no? ¿Cómo has dicho? “Hay que lanzarse y complicarse la vida”.

[Vito] Claro, es como la escena esa que te contaba de la primera vez que me subí a un escenario, ¿no? Era lanzarse. Si me hubiera quedado ahí sentado y hubiera dicho “oye, no prefiero irme”, no habría pasado nada.

[Música: Ey, de Mis Cintas Amateurs]